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Cena en el Ashandi
La semana pasada fui por primera vez a uno de los pocos restaurantes españoles que hay en la capital china. Se trata del Ashandi, un restaurante que hay justo enfrente del Estadio de los Trabajadores, en el distrito de Chongyang. Entrada del lugar. El motivo de tan grata visita era que Andrés, uno de mis chavales, cumplía años ese día. En este país se toman muy en serio lo de los cumpleaños, así que no les importa gastarse un dineral en celebrarlo. Eso los que cumplen años, porque en China gastarse 12 euros para una comida es una locura, y la gente prefiere escaquearse si puede: ved si no los que éramos (4 alumnos de 12: la otra que sale en la foto no cuenta, porque es la novia del homenajeado)... De izquierda a derecha: Rosa, Andrés, la novia de Andrés, Alba, un tío que pasaba por ahí y se nos acopló y Carmen. El lugar era pequeño pero acogedor, aunque un poco oscuro para mi gusto. De tan poca luz que había daba ganas de echar una cabezadita. Igual los del restaurante pensaban que así era más romántico y eso... Bueno, menudencias aparte, me llevé una buena impresión del lugar: después de comer con palillos en tantísimos restaurantes sucios y abarrotados de gente, se agradece poder comer con cubiertos en un lugar casi desierto de gente y de bacterias. Aunque también he de reconocer que se me hace extraño precisamente el hecho de meterme a sitios como éste... ¿Será que ya me he convertido en uno de ellos...? ¿Es grave lo mío, doctor? Se me hizo rarísimo el hecho de pedir platos españoles en chino... La carta, íntegramente en inglés, chino y japonés. ¿Y el español ande está...? Balance: por persona nos gastamos 120 yuanes (unos 12 euros, que en China da para comer durante una semana). Aunque no se puede decir que comiéramos poco. Comimos bien (al menos yo). Venga fotos: Paella pekinesa, más o menos como la española. En chino se llama 海鲜饭, por si os interesa saberlo... La traducción literal es "arroz con marisco", algo que seguro que hará que los puristas de la paella se rasguen las vestiduras. Patatas bravas, pekinesas también. ¡Sí señor, patatas bravas también! Un plato excelente, aunque no estaba a la altura de las patatas del Tomás... Crema catalana. Una delicia, como siempre, y uno de los platos que más me gustaron. Para mí gusto, el plato español más genuino que hay en ese restaurante. Aquí tenemos a Carmen examinando con interés la susodicha crema. La tortilla de patatas, imprescindible. Imposible no recordar al ínclito pincho de tortilla de los Gomaespuma, aunque gracias a Dios ese día no hubo ninguno suceso escabroso en el restaurante ni tuvimos que lamentar ninguna muerte. Hablaría también de las croquetas con jamón y pollo, del pan con tomate y de la sangría, pero creo que ya os podéis hacer una idea... Pues bien, ya he cumplido con una de las cosas que tenía que hacer durante mi estancia en Pekín: visitar un restaurante español y certificar que, efectivamente, las patatas del Bar Tomás de Barcelona son insuperables y que sólo los españoles sabemos hacer sangría como Dios manda. Bueno, y ahora me voy a cobrar el tanto por ciento que me prometieron por hacerles propaganda... ¡Hasta la próxima! Ah, y ¡feliz navidad a todos! |